domingo, 2 de julio de 2017

18. Baby's in Black

1966

—Qué agotador.

Suspiré mientras miraba a Miles que sonreía burlándose interiormente de mí. Hace más de dos horas nos encontrábamos en mi habitación, lo había invitado al departamento ya que probablemente sería el último día que lo vería... aunque toda esta semana nos habíamos frecuentado.

—No te compliques tanto Sue.
—Eso intento. Jamás había hecho un viaje tan largo, tan importante... no sé qué más llevar —suspiré—. Me abruma pensar que debo lucir bien todos los días.
—Todos los días luces bien.
—No me engañes sólo para que guarde silencio —reímos.
—No estoy mintiendo, lo juro.
—¿Se nota lo emocionada que estoy, no? —asintió y reí levemente—. Lo siento.
—No te preocupes, no te comprendo perfectamente porque jamás he sido fotógrafo de Elvis pero... trato de esforzarme.
—Pero Elvis forma parte de tus debilidades, para mí los chicos de Liverpool son muy buenos pero... no.
—Igual les tomarás cariño.
—Espero.
—Oye, déjame preguntar algo más personal.
—Te escucho.
—Segura que, ¿no te agrada ninguno?
—¿Agradarme en...? —desvié la mirada y rasqué mi nariz—... ¿en qué sentido?
—En el sentido de que lo veas y, te pongas nerviosa porque... te agrada.

Abrí la boca, pero logré pensar dos veces y antes de hablar, la cerré silumando así tomar aire, simulando un bufido.

—No —comencé a doblar la ropa.
—¿Segura? —se levantó.
—Muy segura —respondí sin mirarlo—. Más que eso, estoy segurísima.
—¿Entonces no corro peligro? —sentí su presencia a mi lado.
—¿Peligro? —voltee y reí—. ¿A qué te refieres?

Y al momento en el que lo miré, me di cuenta que lo tenía a pocos centímetros de mí. Se fue acercando, provocando que mi respiración comenzara a acelerarse, borrando por completo la sonrisa de mi rostro. Sentí su mano rodear lentamente mi cintura, entonces observé cómo miraba mis labios y cómo seguía acercándose.

—A esto.

Reposó sus labios sobre los míos. Cerré mis ojos, y seguí su beso... sin más, pero debido a mi pequeña gran vergüenza, me separé.

—Lo siento... —bajé la mirada.
—No te preocupes —tomó mi barbilla—. Todo está bien.

Me observó un par de segundos, me abrazó... y en poco tiempo, volvió a reposar en mis labios. Pasando un poco más de una hora, reposamos en la cama un momento. Gracias a ese par de besos, Miles había tomado más confianza.

—Promete que escribirás.
—Te lo prometo. No quiero que te olvides de mí...
—Nunca me olvidaría de ti —tomó mi mano y besó mi mejilla.

Logré sonrojarme.

—Por cierto, creo que no te conté.
—¿Qué pasa?
—Ayer salí con... Daniel y unos amigos —mentí—. Y me encontré con Caroline en el baño del lugar.
—¿Pasó algo?
—Sí... bueno, no tan grave. De la nada, cubrió mi paso y comenzó a insultarme, diciéndome que yo era una cualquiera, metiéndote a ti en la discusión.
—¿En serio?

Asentí.

—Traté de ignorarla, pero mis sentidos no lo permitieron del todo... ya sabes, soy ruda por naturaleza —reímos—. Por suerte pudieron pararme antes de que le soltara el primer golpe.

Suspiró.

—No entiendo por qué será tan inmadura.
—Fue una duda que igual tuve toda la noche.
—Quizá te tiene envidia...
—¿Envidia?, no creo.
—Yo sí. Eres una chica hermosa Gretchen, y maravillosa... divertida, alguien con quien nunca te aburrirías... claro que es envidia —eso me hizo recordar las palabras de Paul.
—Pues... gracias. En realidad, creo que le gustas.
—¿Yo? Cómo crees.
—Eres diferente a todos los que viven aquí... es lógico. Eres apuesto, y sobretodo tienes ese algo.

Sonrió lentamente.

—Qué importa entonces, yo sólo quisiera saber si tú piensas lo mismo.
—Claro que lo pienso, por eso lo digo...
—Me alegra que no haya pasado a mayores, esa chica no merece ni siquiera tu atención —acarició mi mejilla.
—Igual me alegra, agradezco a la persona que me detuvo.
—Como me hubiera gustado estar ahí para protegerte.
—De cualquier manera esa chica no iba a poder contra mí.

Reí y me levanté cuidadosamente, entonces miré el reloj de mi buró.

—¡Ya son las 04:00pm!
—Eso parece —vio su reloj de mano.
—Quedé con Audrey... —lo miré, y no pude evitar preguntar... —. ¿Quieres venir?

"Uy, Audrey me matará", pensé.


...


Bostecé al ver todo lo que debía empacar.

—¿Por qué te llevas todo el guardarropa? —dijo George sentado en la cama, acariciando el peludo pecho de Martha.
—No no, primero hago mi selección... después, hago la eliminatoria de esa selección y termino con lo indicado.
—Igual puedes comprar ropa allá.
—Será un caos salir en pleno Tokio... prefiero viajar a lo normal —suspiré—. Y es que son más trajes de lo que pensé.
—Ya sabes, no existe nada más en nuestro atuendo.

Tomé asiento en la cama.

—Qué mal estar tan lejos de casa por mucho tiempo.
—Opino igual. No será lo mismo con una chica por ahí, con nosotros.
—¿Te refieres a Susanne? —asintió—. Ah sí... ¿cuánto quieres apostar a que será la mejor amiga de Brian?, por no decir "secretaria" o "asistente", sí... ya la veo, contándole todo lo que hagamos a sus espaldas.
—¿Crees?
—Sí, eso creo. Después, tendrá tanta información de nosotros que podrá hacer un libro de fotografías publicando cada detalle.
—Yo creo que ella no es así.
—Habría que verlo —comencé a acariciar a Martha.
—Se ve muy... tierna, no sé... algo inocente. ¿Pequeña es la palabra?
—Pues es pequeña sí, no sólo de estatura eh... te recuerdo que sigue siendo menor de edad pero... ¿tierna?, hmm no, no creo —hablaba sin dirigirme la mirada—. ¿Te gusta o algo así?
—Qué pregunta Paul, es algo infantil.
—Pues, te pregunto como es.
—Yo... no sé. Susanne es atractiva, es divertida, sabe de lo que habla... y no trata de agradarle a nadie. Sí, me gusta.

Me tragué mis palabras, no dije nada más. Sólo me dediqué a seguir empacando.


...




—No puedo creer que lo hayas traído.
—Yo tampoco —reí mientras tomaba sorbos de mi café y miraba a lo lejos a Miles, que buscaba el baño dentro del restaurante.
—Pensé que sólo íbamos a ser nosotras.
—Juro despedirme bien contigo, pero es que... estábamos juntos.

Abrió los ojos, sorprendida.

—¿Cómo?
—No como crees, sino que, me ayudaba a empacar y... nos besamos, y... sí. Creo que me gusta... y mucho.
—¿En serio? —encarnó una ceja.
—¿Qué tiene de malo?
—No lo sé, es algo difícil que te guste alguien así... me sorprende.
—Es muy atento y caballeroso conmigo. Nos hemos frecuentado toda la semana, y me agrada estar con él —asentí—. Sí, él es el indicado.
—Susanne sabes que te apoyo, pero, repito: ¿en serio?
—Sí, en serio Audrey. A ver, Daniel es un tarado y yo no te repito "¿en serio?" todo el tiempo a pesar de que quisiera.
—Buen punto.

Hundí mis hombros. Miles se acercó a nosotras y sonreí, pero al momento en el que puso un periódico abierto en la mesa, la sonrisa se borró por completo. Lo tomé, y coloqué una mano en mi boca... era increíble.

Era la fotografía llena de flash de una escena estúpida... sí, la escena de la pelea en el pub. Al momento me sorprendí porque los periodistas londinenses le daban tanta importancia a algo que sucedía en Nueva York todo el tiempo, pero pude entenderlo. Para tener un poco de dignidad por ahí, noté que los paparazzis decidieron poner nombres que dedujeron ellos mismos, quizá gente conocida, por suerte nuestros rostros cubiertos por el cabello no nos delataban en absoluto.

—¿Eres tú?
—Así es...
—Increíble, déjame quedármelo —Audrey extendió la mano.
—De ninguna manera.
—Anda, se lo enseñaré a mis próximos sobrinos.
—Estás loca... —reí, sin ganas—. No es algo de lo que me sienta orgullosa.
—¿En serio? Porque la primera vez, yo recuerdo que le contabas a todo el mundo...
—Ya guarda silencio.
—¿Primera vez? —preguntó Miles.
—Sí, en Nueva York. ¿Quieres oír?

Miré de nuevo el periódico, ahora no podía evitar que Audrey contara mi oscuro pasado, pues estaba completamente distraída. Me dediqué a guardar el pedazo de papel en mi bolso pensando en Paul... pues debía enterarse.

Saliendo del café, nos despedimos de Audrey, no sin antes prometer una salida únicamente para ella... y quizá Daniel. Miles se ofreció a llevarme a la estación de trenes donde tomaría el directo hacia Liverpool. Y también, claro, prometí verlo de nuevo.


...


Llegando, me despedí de los padres de Paul y comencé a jugar con su pequeña hermana mientras pensaba en, sorprendentemente, su hermano mayor. Así pasaron cuatro horas más, esa noche sin duda me quedaría de nuevo... pero esta vez debía ser obligatorio.

—¡Otra más! —Ruth aplaudía sonriente.
—¿Otra? Oh vamos pequeña, debes ir a la cama.
—Una más... ¿si? —hizo un tierno gesto.
—Está bien...

Por último toqué una delicada pieza más. Al terminar miré a Ruth recostada en el sofá, había caído dormida... me fue imposible no sonreír de ternura. En cuanto la tomé en brazos tocaron el timbre... supe que era Paul.

—Hola.
—Hola... llegas algo tarde —musité señalando a la pequeña dormida en mis brazos, di media vuelta

Cerró la puerta.

—Lo sé, me fue difícil escapar antes.
—Ahora regreso, iré a acostarla —dije, aún sosteniéndola en brazos. Él por su parte, besó su frente y asintió.


...


Esperaba que hirviera el agua para el té cruzado de brazos frente a la estufa, una escena algo extraña pero... no podía hacer otra cosa. Me extrañaba de mí mismo el pensar ahora en Susanne por alguna razón.

Recordaba ayer por la noche en el pub, y lo agradable que fue estar con ella... lo cómodo que me sentía. Sus pequeñas bromas, y su manera de reír...

—¡Oh vaya! Sí que tienes ganas de té —rió.

Sacudí mi cabeza, regresando de mis pensamientos.

—Eh... sí... —mentí.
—Tanto que por poco explota la cocina —apagó la estufa, y reí con ella.
—Lo siento. ¿Lo has hecho tú?
—Por supuesto —comenzó a servir en dos tazas.
—Vaya, te has vuelto un poco inglesa.
—Así es, ¿acaso no notas mi acento? —dijo sarcástica, su acento era el más americano que jamás haya escuchado—. No es gran cosa, pero espero que sepa bien.

Tomé la taza que me ofrecía

—Gracias... —soplé un poco el vapor y tomé un sorbo—. ¿Qué tal?
—Qué tal... —sonrió—. ¿Algo interesante?
—No realmente, más ensayos y todo eso. Partimos el lunes, ¿o ya lo olvidaste?
—Cómo olvidarlo —tomó un sorbo.
—¿Quieres ir a la sala o prefieres pláticas de cocina?
—Mmm pues... soy fan del sofá rojo. Vamos...


...


—Es tu último sábado aquí...

Observaba el fuego de la chimenea, cruzada de piernas cargando el té en ellas. Hablábamos en voz baja... y pocas veces volteaba a verme.

—Sí.
—¿Extrañarás esto?
—Claro que sí.
—Bueno, ya sabremos a quién llamar en caso de emergencia.
—Será un placer, y no es broma. Me encariñé con la pequeña en tan poco tiempo...
—Vi que te gustan los niños.
—Pues...
—No trates de negarlo.
—Oh, no no... es sólo que igual me sorprende.
—¿Por qué?

Hundió los hombros.

—No lo sé, nunca me consideré ser buena "cuidadora de niños" —movió sus dedos—. Aparte, no suelo ser muy paciente... pero con ellos es diferente, apenas comprenden esto de la vida... —rió levemente.
—¿Tú tendrías hijos?
—Uhm... tendría mascotas —reímos—. No sabría decirte ahora... no con exactitud.
—¿Pero no te gustaría?
—Si estoy lista, y el futuro padre de mis hijos... claro.

Sonreí y tomé un sorbo de té.

—¿Y les tocarías una pieza de piano antes de dormir?
—¿Cómo sabes que toco el piano?
—Llegaba, estacioné el auto, bajé, y antes de tocar el timbre pude percibir una pieza de Bach —desvió la mirada, de nuevo al fuego—. ¿Dónde aprendiste? ¿En una de esas escuelas privilegiadas de Manhattan?
—No, no. Mi abuela... ella me enseñó.
—Al parecer, tocaba muy bien.
—Tocaba a la antigua.
—He ahí la clave.
—Tuve que aprender a leer partituras, era un martirio... pero le agradezco tanto.
—Y yo... así podrás tocar algo ahora, sólo para mis oídos.
—Y los de Ruth. Si toco, temo despertarla.
—Depende qué toques, no tocarías un polka ¿o sí? Vamos Gretch, tú puedes.
—No... yo... no, mejor hay que ver televisión.
—Por favor... —me miró.
—Sólo una pequeña pieza.
—Es más que suficiente.

Se levantó para tomar asiento frente al clavinova que se encontraba justo frente a mí; respiró hondo, acomodó su cabello y colocó su pie sobre el pedal. Entonces, comenzó a tocar... era algo clásico, algo que podía reconocer con tan sólo escucharlo dos segundos.

Me levanté, caminé en silencio hacia ella y miré sus manos... tan delicadas, sabía cómo tocar. Después miré su perfil, cerraba los ojos en algunas partes, y podía notar cierta melancolía en el ambiente.

—¿Tocas muy seguido? —musité alejándome antes de que viera que me había acercado.
—En realidad no.
—¿Por qué?
—Me recuerda a ella...
—¿Y eso es malo?
—Desde el punto de vista de alguien más... no. Era la pieza más tranquila que llegó a mi mente, y pues... por coincidencia era nuestra favorita —sonrió—. Sólo que la nostalgia no me hace muy bien.
—Tocas maravilloso Gretchen.
—Gracias —se reincorporó.
—Ven... —señalé un lugar a mi lado—. Siento pedirte que tocaras.
—¿Por qué? —se quedó pensando un poco—. Oh, no te preocupes, a pesar de todo... también recordé que amo tocar el piano.
—Si me permites darte un consejo: nunca lo dejes.

Sonrió, sentándose a mi lado.

—Tú tocas, ¿no es así?
—Pues... sigo aprendiendo.
—¿Con clave inglesa?
—Claro, le soy fiel a mis raíces.


...


La noche seguía. Algunas veces lo miraba de más y trataba de no quedarme contemplándole. Algo tenía esa noche en especial, no sé si eran sus pestañas sobresalientes, las pequeñas arrugas que se formaban en las laterales de sus ojos... o quizá su manera tenue de hablarme acompañado de ese acento que siempre, siempre, me fascinará.

—Y... ¿sólo eso?
—Pues no, serás algo así como su asistente... te lo aseguro.
—Bueno —hundí los hombros—. Ya qué. Si me pagan entonces, creo que no me quejaré de nada.
—Te darás cuenta de quien en realidad somos.
—Creo darme cuenta desde hace tiempo.
—Oh, pero nos verás todos los días... qué agobiante, ¿no crees?
—Supongo, suelo aburrirme muy rápido.
—¿En serio?
—Es broma, no creo aburrirme pues... estaré igual que ustedes, viajaremos de un país a otro, haré lo que más que gusta hacer y... eso es emocionante para mí.

Sonrió.

—¿No extrañarás Londres?
—Tal vez extrañe dormir todo el día...
—Ya veo, eres algo perezosa.
—Sí, lo soy... un poco. ¿Tú no?
—Lo era, antes de ser un Beatle... y pues, ya no me puedo dar esos lujos. Me despierto a la hora que necesito despertar, y bueno... una persona perezosa no es perfeccionista.
—Ya veo... eres algo estricto.
—Sí, lo soy... un poco —repitió y reímos.
—No nos llevaremos bien.
—¿Crees?

Asentí.

—Por supuesto. Odio a los perfeccionistas, me recuerdan tanto a mí.
—¿Cómo?
—Así, como escuchas.
—Entonces... ¿te odias?
—A veces —suspiré—. Pero bueno, no sé... hasta ahora, no me has caído tan mal...
—¿Tan mal? —rió—. Oh vaya.
—Es un cumplido, de mi parte.
—Qué halagador entonces.

Sonreí mientras lo veía, y sin sentirlo, comencé a mirar sus labios con ganas de... besarlos quizá, pero al darme cuenta, sacudí mi cabeza y miré la chimenea. De pronto, me acordé del pedazo de periódico que tenía en mi bolso, y decidí sacarlo.

—Mira, soy famosa —coloqué la noticia en sus piernas y sonreí, burlándome interiormente de mí.
—Te lo dije... —comenzó a leerlo y lanzó un suspiro—. Qué cosas.
—No sé cómo sentirme.
—Pues famosa, ¿no? —rió—. Es increíble.

Me sorprendió que lo tomaba a la ligera y con tanta gracia.

—¿Si?
—Por supuesto. Quédatelo, guárdalo, y enmárcalo.
—Es una lástima que no hayan puesto mi nombre real...
—Lo es... ahora te llamas Maurice, ¿o eres la otra?
—Se escucha mejor Sylvia.
—Sylvia, los dos sabemos que tú eres la protagonista de ese alboroto.

Reímos. Esa noche casi no dormimos, pues seguíamos platicando. Siempre teníamos un tema de conversación, todo gracias a él... yo por mi parte, lo miraba con una sonrisa interior.




...





¡PAUL MCCARTNEY REGRESA A MÉXICO! 
Sólo eso, quien lea, muchas gracias ☺ adoro que sigan leyendo después de un siglo sin subir, pero son vacaciones y escribir siempre despeja mi mente.




lunes, 28 de noviembre de 2016

17. You Won't See Me

1966

—Nos vemos más tarde.
—Espero que llegues Susanne.
—Sí mamá, lo prometo.
—No estoy bromeando.
—Yo sí.
—¡Susanne!
—¿Qué?
—Llega al departamento, ¿está bien?
—Sí, está bien.
—En la noche.
—Sí, en la noche.
—Sue... — comenzaba a irritar al chico.
—¡Ya te dije que sí!

Abrí la puerta, y al momento de salir, sentí la mano de Danny tomar mi brazo provocando que volviera a tomar asiento.

—No caigas en su juego, él tiene fama de ser un mujeriego.
—Yo pensé que tenía fama por ser un beatle.
—Susanne, hablo en serio.
—¿Qué importa? Sólo... platicaremos...
—Conozco chicas que siempre se acuestan con él.
—Seguro se han acostado contigo también... — susurré.
—¿Qué dices?
—Nada.
—Sue, por favor...
—Danny — interrumpí, ahora yo comenzaba a irritarme —Es como... no quiero decir que es una cita pero ya sabes cómo es: plática... cigarros... bebidas... — suspiré —¿Ya puedo irme?

Asintió con una sonrisa algo desanimada.

—¿No me desearás buena suerte?
—Suerte.
—Te faltó "buena".
—Suerte — repitió.

Sonreí y le envié un beso después de cerrar la puerta del automóvil. Comencé a caminar y a respirar profundamente, debía tranquilizar la maldita ansiedad que comenzaba a hacerse presente.

"Vamos Susanne, es un chico... has salido con chicos, y él es otro más" pensaba. Igual pensaba que era inútil auto-consolarme, pues Paul es un beatle, por lo tanto, no es como los otros chicos.


...


Recargado en la rejilla de un local cerrado cerca de donde quedamos, miraba a todos lados, esperando que Susanne apareciera por ahí...

... y apareció después de unos cinco minutos. Por suerte pude reconocerla, así que caminé hacia ella tratando de ser lo más sigiloso posible.


...


—Bonita noche ¿no cree? — preguntó un joven con un sombrero y un abrigo negro hasta las rodillas. Típico inglés.
—Sí... — suspiré.
—¿Espera a alguien?
reí —¿Se nota?
—Sí, y parece que la ha dejado plantada.
—Espero que no, solo tardé unos cuantos minutos. Apenas sé que aquí tienen fama de ser puntuales...
—Igual se nota que eres de Nueva York — rió.

Me quedé atónita en cuanto dijo eso, ¿cómo era que...? ¡Oh, por favor! ¿Cómo es que no pude reconocerlo?

reí —Aunque no lo creas, el sombrero logró engañarme.
—Pensé que bromeabas.
—No, y qué extraño... yo no hablo con desconocidos, y tampoco los ingleses.
—¿Entonces cómo hablas conmigo?
—Porque eres un desconocido que veo siempre en televisión, revistas... o que escucho en la radio, así que creo que te conozco.
sonrió —... Pensé que no llegarías.
—Yo... verás... — sonreí apenada —Disculpa el retraso.
—No te preocupes.
—... ¿Entramos? — señalé la puerta del pub.
—Sé que te dije que debíamos vernos aquí pero, conozco un lugar aún mejor, y es uno de mis favoritos.
—¿Un escondite?
asintió —Algo reservado.
—¿Y qué esperamos?


...


La noche seguía pasando. No podía creer que caminaba con Paul McCartney por las calles de Londres, y de noche. Igual no podía creer que la gente no lo reconociera, aunque acepto que ese sombrero es un poco engañoso.

—Aquí es.

Miré el callejón oscuro y húmedo frente a nosotros. Sólo se encontraban unos cuantos hombres por ahí, fumando sin más.

—¿De verdad?
—Sí — rió —Es por aquí...

Comenzó a caminar, ahora dentro del callejón... y lo seguí. Tenía cierto temor de que nos sucediera algo, comenzaba a creer que estaba bromeando... pero no, al final de ese sombrío lugar había una puerta negra común y corriente, con una persona fuera de ella.

—Hey... Paul McCartney, ¿o me equivoco?
—Tengo un cierto parecido a él — se quitó el sombrero y rió.
el joven rió igual —Siempre eres bienvenido — abrió la puerta al lado de él.
antes de entrar, comenzó a quitarse el abrigo —¿Te gusta? — le preguntó.
—¿El abrigo?
—Sí claro, no me refería a otra cosa... verás, la chica viene conmigo — rieron, entonces solté una risita algo nerviosa... joder, no entendía del todo el humor inglés —Toma, te lo regalo — le ofreció el abrigo.
—Gracias señor McCartney.
—No hay de qué. Vamos... — me susurró.

Caminos por un largo pasillo que guardaba otra puerta al final, yo caminaba detrás de él. Comenzaba a escucharse la música junto con diferentes voces, además el olor del cigarro era más fuerte. En el momento en el que por fin entramos... no pude estar más sorprendida. ¿Cómo es que una puerta tan pequeña guarda lugares como el que ahora veía?

Era un pub oscuro, pero no como los típicos que uno se encuentra, éste era mucho mejor. Habían luces estilo psicodélico por doquier, sofás con estampados llamativos donde se encontraban famosos, igual había gente normal... pero ¿diferente? Eran aquellos que tenían clase, pero necesitan divertirse fuera de las aburridas fiestas de té.

—¿Por qué le has regalado tu abrigo?
—Hace calor aquí dentro.
—¿Sólo por eso? — hablábamos gritando gracias al ruido, igual seguíamos caminando.
—Por acá... — cambió de dirección —Eh... no, bueno... no lo necesitaba más, y no es que se lo donara en sí, lo aceptó porque sabe que puede sacar algo de dinero por esa prenda con el hecho de que diga que yo se la di.

Había más pisos, y mientras Paul caminaba, lo saludaban muchas personas, así hasta que llegamos a la segunda planta. Más famosos, entre ellos: músicos, cantantes, modelos... vaya, era como ingresar a la alfombra roja.

Y, terminamos tomando asiento en un sofá con vista al balcón, donde se veía todo ese lugar en su máximo estilo "Swinging London".

—¿Qué te parece?
—Es muy... misterioso.
—Pero dime, ¿en verdad pensaste que te iba a llevar a un callejón oscuro?
—Pasó por mi mente, e igual pensé que los señores de fuera iban a terminar matándonos.
rió —Ellos vigilan. No quiero sonar presumido pero, lamentablemente en estos lugares siempre hay división... me refiero a que, no cualquiera entra.
—Eso veo. Y no es que seas presumido, sólo que alguien como tú no puede entrar a cualquier lugar si no quiere salir asfixiado.
—No tan trágico... sólo despertaría en un hospital.
—¿No tan trágico? — reímos.


...




Después de pedir algo para acompañar, encendí un cigarrillo.

—¿Te apetece uno? — ofrecí mi cajetilla de cigarros.
—Claro — sacó un cigarro y me acerqué a ella para encenderlo —Gracias.

Sonaba "Tell Her No" de The Zombies, algo que ambientaba más el lugar.

—Amo esa canción.
—¿En serio?
—Sí, bueno, son The Zombies.
—Amas a todos menos a The Beatles.
rió —Sus integrantes son unas... buenas personas.
—¿Qué me dices del bajista? Dicen que es muy guapo.
volvió a reír y hundió los hombros —Eso dicen.

Su respuesta me causó una sonrisa. Miraba cómo acomodaba algunas cosas en su bolso y cómo guardaba su cámara.

—Hey, no la guardes...
—¿Por? — me miró.
—Pues... no sé... sólo no la guardes.
—Ok, ok. ¿Serás mi modelo de nuevo?
—Puede ser... — sonreí —Me gustaron las fotografías que mandaste.
—Me alegra saber eso, me preocupaba que te dieran igual.
—¿Bromeas? Todo fue muy preciso, además de que, tenías un buen modelo.
sonrió —Pues muchas gracias.

Pasó un mechón de cabello atrás de su oreja mientras calaba lentamente el cigarro y movía su cabeza al ritmo de la música. Su mirada se iba hacia la planta baja, y yo me quedé mirándola por alguna razón...

Pero qué idiota, seguro sentía mi mirada y comenzaba a incomodarla... por eso es que no dijo nada más. En ese momento, llegaron las bebidas.

—Gracias — dijo al mesero.
—... Susanne... — enfocó su mirada en mí —Ya entraste de nuevo a la universidad, ¿no es así?
—Hace unas semanas, ¿unas semanas?... — rió —Casi un mes — hundió los hombros —Disculpa, no le presto mucha atención.
—¿Por qué?, ¿no te agrada?
—He aceptado ir con ustedes a su gira en semanas de exámenes, no creo que me agrade tanto.
—Ohhh, eso está mal.
—¿Qué? ¿No ir a clases?
—No no, yo era igual — rió —No puedo juzgar eso, sino que... está mal que estudies algo que no te guste.
—Pensé que le tomaría cariño, pero es imposible.
—¿Y no viajaste a Nueva York en tu descanso?
—Preferí no hacerlo, mis padres me iban a llenar la cabeza de ideas sofocándome más. Quise quedarme y no sé... salir un poco, ya sabes... conocer nuevos lugares, nuevas personas...
—Me agrada tu idea.
—Gracias por no contradecirme — suspiró —¿Sabes? Decidí cambiar un poco mi vida, eso de que sea monótona me frustra.
—Sé cómo se siente.
—¿Y no te aburres?
—¿De qué? ¿De la rutina? — asintió —Algo así. Igual quiero conocer nuevos lugares, nuevas personas... y lo hago.
sonrió —Supongo que algo estamos haciendo algo bien.
—Supongo — recordé mi diente partido —Oh carajo... — susurré, cubriéndome un poco los labios con mi mano.
—¿Qué sucede?
—Todo este tiempo sonreía tan normal, y no había recordado mi diente partido.
rió —Yo tampoco... — tomó su cámara —¿Quieres mostrarle ese diente partido a la cámara?
—No gracias — me quité mis lentes y los coloqué en la lente de su cámara.
—Si te preocupa tu apariencia, déjame decirte que no se ve nada mal.
—¿Ah no?
—No... ahora sonríe, ¿síiii?
—En cuanto lo arregle puedo sonreír cuantas veces quieras.
—Qué vanidoso ah. Vamos, sonríe, así... — sonrió —¿Ves?

Reí un poco y traté de colocarme lo más serio posible a propósito. Entonces, tomó otra fotografía.

—¿Cómo es que tienes un diente partido?
suspiré —Nunca vayas a gran velocidad en una motocicleta... y menos de noche.
—De cualquier manera no soy fanática de las motocicletas.
—¿De verdad?
—Ajá, así como The Beatles — reímos y tomó rápidamente otra fotografía —Muy bien.
—¡Heeey!
—¿Cuánto me darán por estas fotografías? — guardó su cámara —Espero que me paguen un viaje a París — rió.

Y reí con ella, mientras la veía de nuevo. Noté que bajó la mirada, entonces me di cuenta que era extrañamente tímida, y que sus mejillas lucían bien con ese color carmín.

—Oye, ¿dónde está el baño?

Señalé un par de puertas en la planta baja que podían verse desde nuestro lugar.

—Perfecto, ahora vuelvo.
—Claro.


...


1er punto: quería conocer más el lugar y observar con quién podía encontrarme, con suerte podía ver a un stone.
2do punto: al caminar lejos de nuestro lugar, suspiré tocando mis mejillas... maldita sea, sí... me había sonrojado.
3er punto: sentía la necesidad de retocar el maquillaje, puesto que sentía la mirada de Paul todo el tiempo.

Al guardar el labial color vino en mi bolso, acomodé un poco mi cabello ante el espejo. Después me dispuse a salir... topándome con alguien que cubría mi paso, y no era accidentalmente.

—¿Me darías permiso?
—Pero mira a quién tenemos aquí.
—Disculpa, ¿te conozco? — la miré unos segundos tratando de recordarla pues su rostro se me hacía algo familiar... ¡pero claro!
—Y te haces la importante, lo peor.
—Ehm, ¿Cate?
—Caroline.
chasqueé los dedos —Sí eso... estaba cerca. Eh... Caroline, ¿puedo pasar? — intenté hacerlo pero al instante bloqueó el paso.
—¿Y qué tal todo Susanne? ¿Qué tal la pasas andando de aquí para allá con cualquier chico que se te interponga?
—¿De qué hablas?
—Thomas... Miles... ¿Quién más?
—Oh por favor — reí —Te daría explicaciones pero ni a mi madre se las doy, ahora... quítate.
—¿O si no qué?
—No me estarás provocando para que te golpeé, dame permiso.
—¿Me golpearías? — rió —Sí claro.
reviré los ojos —Vengo de Manhattan, toma nota y piénsalo de nuevo, abre paso ahora mismo.
—Pasa como puedas cariño.
—Si tú lo dices...

Entonces la empujé, sí... me rebajé de nivel otra vez, como en los viejos tiempos.

—¡Eres una...! — se abalanzó sobre mí, hasta que un chico la tomó de los brazos, deteniéndola en el intento —¡Suéltame!

Para eso, la gente se había amontonado a nuestro alrededor, manteniendo la atención solamente en nosotras... hasta pude percibir un flash de alguna cámara entre la gente.

—Si te soltaran en este momento mi querida "Cate", ni siquiera podrías tocarme...
—¡Eres una cualquiera!

Caminé hacia ella levantando mi mano derecha, así es... le pegaría una bofetada... hasta que sentí la mano de alguien detenerme con fuerza. Me jaló hacia él y me abrazó por detrás.

—Deja que hable... — me susurró al oído, pude reconocer su voz.
—¿Ahora con ese chico? Pobre Miles...

Sentí cómo tomó mi mano y me guió hacia la salida, todo el camino se mantuvo cabizbajo hasta que por fin salimos del lugar. Comenzamos a caminar por las oscuras calles sin decir nada hasta llegar a lo que parecía era su auto.

—¿Qué fue eso?
—Ni yo lo sé. No tengo la menor idea de por qué ahora cuento con muchos enemigos... sobre todo ella y otra chica de su estúpido círculo social en la universidad.
—Envidia mi querida Gretchen.
—¿Envidia de qué? Soy tan normal, soy tan indiferente... no entiendo.
—No eres normal ni mucho menos indiferente... sucede que, tú no eres como ellas.
bajé la mirada —Lamento que pasaras por esto, fue muy ridículo.
—No te preocupes, no te culpo... además, vienes de Nueva York.
—¿Y eso qué tiene que ver?
—¿Nunca viste West Side Story?
reí —No soy así, lo juro.
—Y te creo... vi todo desde arriba, entonces pude aproximarme a tiempo.

Me abrió la puerta del auto.

—Toma — me dio mi bolso y lo tomé —Sube.
—Gracias pero... ya has hecho mucho por mí hoy.
—¿Sabes qué hora es?
—Las... — miré mi reloj de mano y luego palmeé mi frente —¡Son las 2:30am! Pensé que era más temprano.
—Pues no Susanne, y no dejaré que camines sola... en la oscuridad.
—Correré.
—¿Con esos tacones? Cómo crees, lucen tan bien... los vas a estropear.
—No son la gran cosa.
rió —Vamos, te llevaré.

...

Mientras él manejaba, yo miraba hacia la ventanilla. Sentía tanta vergüenza y enojo al mismo tiempo...

—¿Qué piensas?
—Que la había pasado tan bien hoy, hasta que ella apareció.
—Mi pregunta es: ¿y cómo es que ella estaba ahí? Es un lugar algo exclusivo.
—La chica se baña en dinero, dudaría si no estuviese ahí.
—De cualquier manera, es diferente...
—Quizá sale con un famoso.
—Quizá es una groupie de los Stones.
—Ni de broma lo digas... — reímos.
—Gretchen, hagamos de cuenta que nada de esto sucedió. Acabamos de salir de aquel pub porque bailamos tanto que tropezamos con la mesa y quebramos un par de copas las cuales no quisimos pagar... entonces salimos corriendo, riendo por la situación.
—Igual hubiera sido vergonzoso.
—Pero divertido.
—Eso sí — sonreí y lo miré —Gracias por detenerme, si no hubieras llegado seguro estuviera pasando la noche en prisión.
—No agradezcas, sé que tener un diente partido no es groovy.
—Créeme cuando te digo que no me hubiera tocado ni un sólo cabello.
—No lo dudo, pequeña neoyorquina que escucha a los stones.
reí —No pienses eso, realmente no soy ruda... pero... — suspiré —... olvídalo.
—Es broma, sigo creyendo que eres una chica dulce que escucha a los beach boys en secreto.
volví a reír —Estoy aprendiendo a comportarme como una señorita inglesa.
—¿Te refieres a odiosa, bien portada y demás? No no, está bien así... y por el amor de Little Richard, ni de broma te conviertas en una "señorita inglesa".
—Ni aunque me esforzara, pero igual pienso que fue horrible. Todos nos miraban, llegué a sentir un flash en algún momento.
—Paparazzis encubiertos.
—Pero no soy famosa.
—Lo serás si se publica mañana en el periódico, seguro pensaron que era una típica pelea que un alguien de la farándula provocó... y recuerda que los ingleses no estamos acostumbrados a ese tipo de escenas, es por eso que se emocionaron.
suspiré —Como sea, no fue nada agradable.
—Para ellos sí te lo aseguro... además de ser emocionante. Pero en fin... igual la hubiera golpeado si no fuera porque tú lo ibas a hacer primero.
—¿En serio?
—No — rió —Jamás golpearía a una mujer, pero me dio cierto no se qué escucharla gritarte.
—Sólo ignórala.
—Lo mismo digo... veo que te dejó pensando... — tocó mi barbilla y me observó unos segundos.
—Un poco, y es que si hay algo que sigo sin comprender es: ¿en qué le afecta a la gente lo que los demás hagan?
—Siempre me lo he preguntado, y como beatle es un dilema que soportamos todos los días.
—Te admiro por ello.
—Gracias...
—Gracias a ti.
—¿De qué?
—¿Cómo que de qué? De salvarme de un gran lío.
—No fue nada, sólo rompimos un par de copas.

Me miró y reímos al instante... pensé en ese momento que no la habíamos pasado tan mal.





...




¡Hola, después de muchísimo!

Sé que todavía hay alguien que lee ésto, así que nada... quiero agradecerles con todo mi pequeño corazón infestado de beatlemanía desde hace 4 añotes. 

Y bueno, ¿acaso se no se ve que mi inspiración fueron esas fotografías que le sacaron a McCartney en 1966? Bueno, si hablamos de la historia... pues Susanne. Además de ver "Eight Days A Week", entonces encontré mayor inspiración (y mucho más amor por los cuatro chicos)... además de tener vacaciones, por fin.

Lu y Karen, no se preocupen por comentar tarde, que yo subo siglos después. Pero, ¿cómo están? Extraño leerlas, pero gracias por comentar qué les parece la historia y demás.

En fin, las quiero, y espero que estén de lo mejor.

Besos.

<3


sábado, 24 de septiembre de 2016

16. You Won't See Me

1966

Nos encontrábamos en el auto, tomando la carretera rumbo a Londres. Hace unos minutos que salimos de casa de mi padre, era hora de regresar.

—El próximo sábado será el último día en el que cuidarás a Ruth.
—Lo sé...
—¿Te quedarás de nuevo?
me miró y volteé a verla —No.
reí —Oh vamos, no te asustaron... eso es bueno.
—Guarda silencio McCartney.
—No me digas que estás enfadada.
—Lo estoy.
—Pero si al final no lo estabas.
—Te cerré la puerta en la cara por algo.
—Ah Gretchen... no te enojes. Vamos, era una broma.
—Qué bromista ah.
—¿Qué puedo hacer para que me perdones?
—Dedicarte a guardar silencio.
—¿Algo más?

No respondió. Pensé que realmente estaba enojada, quizá tendría algún motivo... no sé. "¿Siempre será tan enojona?", me pregunté en todo el camino.

Nadie habló hasta que llegamos a Londres y se le ocurrió encender la radio.

—Era broma, no me enojé. Veamos qué hay... — comenzó a cambiar la estación —Uhm, no... no... uy, esto es bueno.
—¿En serio?
—Pues son los Stones, claro que es bueno.
—No eso, sino que realmente no te habías enojado.
rió —¿Te la creíste?
—Un poco...
—No suelo enojarme con facilidad, toma nota.
—Supongo que me lo gané.
—Oh no, no fue en busca de venganza, simplemente me nació hacer una pequeña broma algo boba.
—Ay Gretchen... — musité —¿Dónde vives?
—Ve hasta Picadilly, de ahí yo te guío — subió el volumen —Nada más bueno que Aftermath...
—Sí, Rubber Soul.
—Basta de bromas.
—Dejé de bromear desde ayer.
—Al parecer no, ¿o acaso nunca has escuchado Aftermath?
—En realidad no.
—Recuérdame prestártelo.
—No es necesario...
—Escúchalo por mí, sé buen amigo. Y prometo escuchar tu voz en una canción romántica aburrida... digo, en un disco de ustedes.
reí —Bien.

Llegamos en menos de diez minutos, ella desabrochó su cinturón de seguridad y me miró.

—Espera dos minutos.
—Gretchen, no puedo...
—¡Van cinco segundos! — gritó mientras bajaba y de pronto corrió hasta un edificio.

Rápidamente subió los escalones y desapareció. Me dediqué a mirar a todas partes, por suerte estaba algo desierto... y en menos de lo que creí, volvió a aparecer con un disco en las manos.

—Toma — dijo con voz agitada mientras volvía a tomar asiento a mi lado.

Leí "Aftermath" con los cinco chicos de fondo, en tonalidad púrpura. Lo tomé y miré a detalle.

—Solo escúchalo cuando puedas, y cuídalo con tu alma. ¿Está bien?
—Está bien. Te lo regresaré pronto...
—Por eso no te preocupes, en cuanto termines la última canción... búscame.
—¿En serio me lo prestarás?
—No hagas que me arrepienta.
sonreí —Gracias... y disculpa por lo de ayer.
—Ah, de verdad que no me enojé. Y para de pedir disculpas, la pasé groovy... supongo. Te veo luego ¿si?, se acercan dos chicas histéricas a tu izquierda — abrió la puerta del auto.
—Nos vemos, y gracias de nuevo.
asintió con una sonrisa —¡Arranca!
—¿Qué?
—¡Ahora!


... 


—¿Adónde llevaste el disco?
—Aún ni entro y me interrogas... estás peor que mi madre.

Cerré la puerta y me acerqué a la barra.

—Te esperé ayer... — dijo mientras movía su cereal.
—Lo siento, debí avisarte — besé su mejilla —... pero se me olvidó.
—Me di cuenta. No te acostaste con el chico, ¿o sí?
—No, cómo crees. ¿Y Audrey?
—Pasé dejándola en la noche, después de ir al cine.
—Uhm, aquí me huele a un futuro primo.
—Si quieres decirme así...
—Me retracto. ¡Ah! Y el disco se lo presté a Paul, lo devolverá pronto.
—Eso espero, y que lo cuide bien.
—Seguro sí, sino le pido que me compre otro... seguro le alcanzará.
—Uhm. ¿Cómo te fue?
—Bien, fue como estar aquí pero en Liverpool... no sé si me entiendas — reí.
—Trato de.
—Sí, todo bien — abrí la nevera —Oye Danny... tú que sabes más... tengo una duda pero no pienses cosas que no son.
—Ajá, dime.
—Paul McCartney... — escuché un bufido por su parte —¡Espera!
—¿Ese tipo qué?
—... ¿Tiene novia?
—Eh... Paul... ah, sí sí. Fueron la pareja estrella desde el '64, o quieren simular, al menos por ahora.
—¿Sí? — lo miré por encima de la puerta de la nevera.
—Así es, una pelirroja fina. Actriz, de clase, con buen acento y cuerpo.
—¿Cómo es que se llama?
—Jane Asher, sí... la reconozco muy bien, es una preciosidad de mujer. No comprendo cómo puede estar con alguien como Paul McCartney... pero bueno. ¿Por qué preguntas?
cerré la puerta de la nevera —Por simple e inquietante curiosidad.


...


Recién entré, coloqué el disco en el sofá... acaricié a Martha, y me dispuse a subir rápidamente las escaleras. Abrí la puerta de mi habitación, encontrándome con Jane.

—¡Hola amor!

Leía tranquilamente, recargada en la cabecera de la cama.

—Cariño... hola — sonreí y me acerqué a ella.
—Te extrañé mucho.
—Y yo a ti — le di un pequeño beso.
—¿Cómo te fue?
—Muy bien.
—¿Cómo están todos?
—Por suerte bien, todo va mejorando.
—Me alegra — bajó su libro —Y... dime... ¿no estás feliz de que esté de vuelta?
—Claro que sí, nunca pienses lo contrario — me levanté para dirigirme al baño —De hecho, estaba pensando: ¿qué te parece si salimos a cenar?
—Me parece perfecto... aunque, había quedado en verme con Marianne y John, ¿te importa si los invito?
—Eh... no, no hay problema.

En ese instante, llamaron al teléfono.

¿Hola?... Brian, qué tal — en cuanto dijo "Brian", volteé a verla —Muy bien, gracias por preguntar... ¿qué tal tú?... Me alegro... Sí claro, aquí se encuentra... — comencé a negar con la cabeza, y palmeé mi frente.

Despegando el teléfono de su oído, me susurró un "lo siento".

—No te preocupes — musité y tomé el teléfono —¿Brian?
—Paul, grabación en un par de horas.
bufé —¿En serio?
—Sí.
—Pero no puedo...
—Sabes que será la última semana, no nos llevará mucho tiempo.
—Está bien, los veo allá.

Colgué sin más.

—Iba a decirte que si era Brian, dijeras que no estoy — ladeé los labios, algo cansado —Pero bueno, de cualquier manera debo ir a grabar.
—¿Hoy?
—Sí, y no sé cuánto tiempo tomará. Sino, ¿salimos a cenar mañana?
—No lo sé Paul, no creo poder.
—Bien... espero que sí, pero si salgo pronto te llamo, ¿bien?
—Está bien.
—Eso no quiere decir que te quedes en casa Jane. Sal y disfruta, ve a cenar con Marianne y John... ya me los saludarás.
—Bien... — se limitó a decir.
—Te amo, y créeme que esto no es muy satisfactorio para mí.
—Te entiendo, debes hacerlo... así como yo debo salir de la ciudad frecuentemente.
—Gracias por entender — besé su frente.

Me dediqué a pasar un tiempo con Jane, platicamos, miramos la televisión y después me duché y arreglé para salir de una buena vez.

Al bajar al living, tomé las llaves del auto y observé el disco... pensé que quizá era un buen momento para escucharlo a buen volumen, y más en Abbey Road, así que lo llevé conmigo.


...




Miré a John observar el disco que sostenía y mover los labios al instante, seguro había dicho algo.

me quité los audífonos —¿Perdón?
—¡Que es un buen disco! — repitió, gritando.
—Para eso me quité los audífonos, exclusivamente para que no gritaras.
—Demasiado tarde... — mordía un bisquet —¿Desde cuándo acá te gustan los Stones? — entrecerró los ojos.
—Pues... el disco es de Susanne.
—Oh, la linda Susy.
—Ajá, ella.
—¿Cómo está?
—Supongo que bien. En poco tiempo irá a Japón con nosotros y no está apurada grabando un disco.
—Buen punto... — con una mordida, terminó su cena y sacudió sus manos —¿No ha pasado nada?
—John, no seguirás pensando que entre nosotros sucederá algo ¿o sí?
—Pues...
—Nada sucederá — interrumpí.
—Solo soy entrometido, disculpa. Hablando de eso, noticia nueva: nuestro querido George se siente atraído por ella.
—¿Qué? — me sorprendí.
—Así como escuchaste. Solo quiere hablar de ella, pregunta por ella, quiere saber de ella por todos lados, le pregunta a Brian. No sé... el chico está perdido.
—Pero él está con Pattie.
hundió los hombros —¿Y eso qué?

Me quedé pensativo mientras miraba a George a lo lejos que rasgaba las cuerdas de su guitarra eléctrica, trataba de recordar aquellos momentos que hemos pasado con Susanne. "Seguro sí le gusta Susanne, ¿por qué no le gustaría?" pensé en ese instante.


... días después...


—Te digo, Lolita es de mis favoritas. Kubrick hace muy bien su trabajo.

Susanne y Miles se encontraban en la cafetería de la escuela acompañados de un té de los cuales salía el caliente vapor.

—Sí, eso es indudable... pero me quedo con Buñuel.
—Buñuel es bueno también, muy bueno — tomé un sorbo —Demasiado bueno.
—¿Cuál es tu película favorita de terror?
—Hablemos de Hitchcock.
—¿Psicosis?
—Leíste mi mente.

La chica sonrió mientras jugaba con la cuchara del té, pensaba en que el chico Miles tenía muchas cosas en común con ella... y eso era algo que llamaba su atención completamente.

—Cambio de categoría. Uhm... ya sé: música.
—Uy, The Rolling Stones.
—Muy buenos.
—Buenísimos. ¿Y tú?
—Le soy fiel a América.
rió —Adivino: ¿Presley?
—Así es, el mismo Elvis Presley.

Los dos tomaron un sorbo de su té caliente, mientras se miraban. Al otro lado de la cafetería, dos chicas con vestidos coloridos de Mary Quant y botas de moda señalaban disimuladamente hacia la mesa de Susanne y Miles... en poco tiempo, caminaban hacia ésta.

—Hola Miles — dijo una de ellas, en voz fuerte.
—Hola Caroline. Mira, te presento a Susanne Gretchen.
—Hola...
—Qué tal — contestó Caroline muy fríamente.
—¿Pasa algo? — preguntó Miles dirigiéndose a la chica con cabellera clara y brillante.
—No no...

Susanne hundió los labios y desvió la mirada.

—¡Ah, ya recuerdo qué te iba a preguntar! ¿Sabes si hay tarea de geometría?
—No sé, aunque creo que sí... siempre hay tarea de geometría.
—Muy bien — le sonrió al chico —Y dime Susanne, ¿estás en biología?
—Así es.
—Qué bien. ¿Y sí es aburrido como todos dicen?
—Lo es — rió y al instante Miles sonrió mientras miraba a Sue.

En menos de un segundo, el timbre indicando otra clase sonó.

—En fin... debo irme — en cuanto Susanne se levantó, Miles hizo lo mismo —Nos vemos — miró a la chica que mostraba un gesto de pocos amigos.
—Ajá, que te vaya bien.
—Te acompaño, no tengo clase ahora.
—Pero... sí tenemos Miles, ¿recuerdas?
—Uhm no, no tenemos. Y si tenemos, ¿qué importa? — miró a Susanne —¿Vamos?
—Vamos.
—Te veo después Caroline — dijo el chico siguiendo a Sue.


...


—Me hubiera gustado más platicar contigo.
—Igual a mí — sonreí —Además, quería decirte que es mi última semana en Londres.
—¡¿Qué?!
—Sí... — bajé la mirada —Es que... te diré, pero espero que me creas.
—¿Qué sucede?
—Yo... yo... viajaré... con una banda.
—¿Una banda? — preguntó sorprendido.
—Ajá... con... The Beatles.
—¡¿Qué, qué, qué?! ¡¿Con quién?!
—Shhh, baja la voz — miré a todos lados para después verlo decidida.
—¡¿Y cómo?!
—¿Te cuento después?
—Claro, claro. ¿A qué hora sales?
—Justo a las 07:00pm.
—Te espero, y nos vamos juntos.


...


Esperaba en el auto, ya tenía unos cinco minutos parado afuera de aquellos pequeños edificios... ni siquiera sabía dónde vivía exactamente, y eso de andar preguntando a todos no era tan sencillo siendo yo. Así que encendí el auto y antes de pisar el acelerador, un mini cooper blanco paró al otro lado de la calle... miré a la chica de la izquierda y supe que era ella... así que apagué el motor.

Me dediqué a observarlos un par de minutos, platicaban mientras ella reía a carcajadas y él solo la miraba sonriendo... pensé que quizá él era el chico universitario. Después, se despidieron con un beso en la mejilla y se bajó, diciendo un "gracias" mientras cerraba.

Aquel auto arrancó y Susanne caminó a mí, tocando la ventanilla.

—Está abierto — grité por dentro.

Y abrió la puerta, justo para tomar asiento.

—¿Cómo supiste que era yo?
—Por el auto, claro... un Aston Martin no lo tiene cualquiera. ¿Qué haces por acá?
—Vengo a entregarte tu disco, al parecer ya no tendremos grabaciones solo mañana y quizá pasado. Y pues, quería dártelo antes de que se me olvide — se lo ofrecí y lo tomó —Logré escucharlo como unas... cinco veces.
—¿Y qué tal?
—Tienes buen gusto musical, pero... — busqué en los asientos traseros hasta que encontré los discos que buscaba —... toma.

Se encontraban desde "Please Please Me" hasta "Rubber Soul".

—Pero son muchos discos.
—Presentí que no los tenías.
—Pues no pero, no puedo...
—Ya luego me los devolverás, de cualquier manera tengo muchas copias de cada uno.
rió —Muchas gracias, supongo que debo escucharlos.
—Supones bien.
—Bueno. Gracias por los discos... — abrió la puerta con dificultad.
—Sí, de nada. ¡Ah! Y... oye Gretchen... — paró y me miró —¿No quieres salir?
—¿Salir? ¿Contigo?
—Sí claro, el jueves o viernes.
—Uhm... quizá el viernes. Sí, el viernes está bien.
—Perfecto, te veo en el Pub de Oxford a las...
—A las 09:00pm.
asentí —Nos vemos Gretchen.
—Chaíto — sonrió.


...


Manejando hacia mi próxima parada que sería la casa de Marianne y John ya que Jane olvidó algo aquella noche que cenó con ellos, pensaba en George y su gusto por Susanne... después, a Susanne con el chico de hace rato. En el automóvil había quedado el aroma dulce de Gretchen, provocando que la recordara de vez en cuando.

Estacioné el auto, caminé hasta la casa y toqué el timbre. De inmediato abrió una chica que llamó mi atención.

—Qué tal.
—Hola... — musité —¿Se encuentra Marianne o John?
—Justo acaban de salir.
—Solo venía por algo...

La miré... era una chica radiante. Piernas largas, buen cuerpo, cabello castaño un tanto largo; una chica parecida algo así a una modelo.

—En fin, soy Paul... — sonreí.
—Maggie — sonrió de vuelta —¿Quieres pasar?




...



¡Holaaaa! 
Muchísimo tiempo, lo sé. 

Pido una disculpa, sé que habrá chicas que de vez en cuando se pasen por aquí, 
pero es que... bueno, han pasado muchas cosas. 
Pero opté por al menos dejar fija la historia.

Pues nada, espero que estén muy bien.
Y gracias por seguir leyendo, y dejando sus agradables comentarios.

Las quiero.
Besos.


miércoles, 27 de julio de 2016

15. You Won't See Me

1966

Por fin habíamos llegado al apartamento. Por alguna extraña razón Daniel tomaba la cintura de Audrey... aunque bueno, no era tan extraña la razón. Después de sufrir un ataque de asco, fui al baño para lavar mis dientes y mirar ante el espejo el espantoso maquillaje corrido bajo mis ojos.

Suspiré tratando de no sentir lástima por mí, aunque sonara muy deprimente. Luego me dirigí a mi cuarto sin ánimo, pensaba en tocar mi cama y dormir hasta soñar con Alain Delon.

—¿Dormirás? — preguntó Daniel mientras abría la puerta.
—Sí, creo que ya es hora. ¿Y Audrey?
—Está en el baño, cepillando sus dientes — me acerqué a él y suspiré —¿Sucede algo? — se recargó en el marco de la puerta mientras me veía.
—Pues...
—Vamos, no inventes algo rápido, sé directa como siempre.
—Me asusta que me conozcas tan bien — bajé la mirada —Pues... la verdad es que... la pasé mal hoy.
—¿Y eso?
—No sé, no me sentí muy cómoda las últimas horas en el pub.
—¿Se puede saber por qué?

Logré pensar dos veces antes de hablar. No quería delatar nada... así que decidí mentir rápido, algo que se me daba bien... solo a veces.

—No me hagas caso, estoy loca.
—Acepto que estás loca, pero es imposible que no te haga caso, y lo sabes.
—Es que... no tengo mucha confianza con los chicos todavía, y quise estar con ustedes — mentí — Por otra parte, me alegra que te estés entendiendo bien con Audrey.
—Y a mí, pero creo que tu amigo la miraba de más.
—¿McCartney?
—El mismo.
—También noté eso.
—Fue incómodo, al menos para mí... ¿y para ti?
lo miré sorprendida —Para mí no. Debes saber que Paul es un Don Juan, así que protege a tu chica — bromeé sin más.
—O a mi hermana pequeña — tomó mi mano.
sonreí —Por mí no te preocupes Daniel, que no corro peligro estando cerca de él.
—No culpo a nadie entonces... aunque sí noté cómo George te miraba.
—No bromees conmigo.
—En serio Sue, a pesar de la oscuridad pude notarlo.
hundí los hombros y lo abracé —Estás delirando, mejor descansa... nos vemos en unas horas.
—Descansa linda.
—Y oye... — me separé —... nada de meterse en el cuarto de la chica, eh.
—No no, ahora quiero comenzar bien.
—¿Por primera vez en tu vida?
rió —Tonta.
—Sueña conmigo.
—No gracias, no quiero tener pesadillas esta noche.

Reímos, me despedí de Audrey con la mano para después cerrar la puerta... en ese momento, hasta yo pude notar el cambio radical de mi semblante.

Me desmaquillé, cambié mi ropa, y tomé mi diario para por fin tumbarme en mi cama.


...


Abril.

"... Pero gracias a esta noche, pude darme cuenta de algo y llegar a una conclusión: Miles es una nueva opción en mi vida.

Posdata: 
¿Paul McCartney el Beatle tierno?... qué apodo tan más estúpidamente falso"


...


—Buenos días, bello durmiente.
—¡AAAAH! — el chico revolvió las sábanas —¡Eppy, qué carajo!
—Te doy diez minutos, o mejor quince... te ves algo mal.
—¿Quién te dejó pasar?
—Te espero en el auto — caminó hacia la puerta —¡Quince minutos!

Después de que el mánager saliera, Paul se dispuso a golpear su frente tratando de sentirse mejor. Ayer había tomado un poco de más, y ahora mismo lo lamentaba. Luego de que tomara su toalla, fue rápidamente a la ducha.

Pasando un poco más de los quince minutos, Brian tocaba el claxon desesperado afuera de Cavendish. Calmando su paciencia, llegaron en poco tiempo a Abbey Road.

—Hasta que llegas Brian.
—Paul tiene una rutina de belleza, al parecer, muy tardada.
—Joder McCartney, eres más mujer que Mimi.
—Sí disculpen, pero pudieron avisarme con tiempo — remarcó las últimas palabras.
—Te llamé ayer por la noche pero como siempre: "el señor McCartney no se encuentra... ¿gusta dejarle algún recado?".
—Pudiste haber dicho que hoy había junta.
—¡Pude pero no lo hice!
—¿Y cómo supiste tú? — miró a George —Si ayer estabas conmigo.
—Una palabra: Pattie.
—Uyyy perdón porque Jane no está conmigo siempre. En fin, ¿grabamos de una vez?


...


Toqué la puerta dos veces para luego frotar mis manos debido al frío.

—¡Susanne, hola!
—Hola señora McCartney.
—Dime Angie por favor — sonrió —Llegas a tiempo, pasa pasa... al parecer te estás congelando.
se hizo a un lado para que pasara —Un poco sí, gracias... ¡Hola Ruth!
—¡Holaaa! — contestó con su voz aguda pero alegre, era una niña muy risueña.
—Buenas tardes Susanne.
—Qué tal señor McCartney — ladeé el labio por mi saludo tan repentino, pero es que a veces odiaba tanta cortesía.
sonrió —Qué bueno que llegas, así podemos salir con minutos extra.
—Pues bueno, las dejamos.
—Está bien.
—Paul llegará en una hora.
—... Bu-bueno... entonces, yo le espero.

Después de despedirse de Ruth, salieron vestidos de unos abrigos muy gruesos dejándome sola con la pequeña que al momento me pidió que jugara con ella.


...


La estrategia de Brian era juntarnos los fines de semana en los estudios para que lleváramos el nuevo disco como el grupo que éramos ya que últimamente nos encontrábamos un poco separados.

—Suena bien, me agrada...
—Gracias Bri.
—¿Qué hora es? — pregunté a Ringo susurrando.
—Las... 06:38pm.
—Oh... — me levanté, provocando que todos me observaran —Debo irme.
—Está bien, es todo por hoy entonces — dijo Brian.
—Yo puedo seguir trabajando si quieres...
—No George, el caso es que estén todos.
—Aunque cada quien esté en su mundo... — agregó John —Prometo trabajar más seguido, pero igual debo irme... muero de hambre.

Todos nos levantamos y comenzamos a ponernos nuestros abrigos.

George se acercó a mí —¿Amaneciste bien?
—No del todo, ahora mismo estoy lidiando con una jaqueca.
—No eres el único.
—Ayer estuvo divertido.
—Un poco... noté a nuestra invitada algo incómoda.
—¿A Susanne?
—Ella.
—Ah... puede ser.
—No te agrada, ¿cierto?
—No no, ¿por qué dices eso?
—Se vio lo contrario.
—Juro que no recuerdo con claridad todo, solo algunas cosas, ¿pero hice algo mal?
—Pues... en algunas cosas.
me quedé pensando —Joder, ¿en serio?... ¿quedé tan mal tanto como para disculparme?
—Seguro, si quieres dejar tu identidad en alto.
—Carajo... ¡Carajo, Susanne!
—¿Susanne?
—¿Hoy es sábado verdad?
—Sí.
—Debo ir a Liverpool. ¡Maldita sea, se me había olvidado!
—¿Está ella allá?
—Sí... averiguaré qué hice mal entonces. Nos vemos después...

Arreglé el cuello de mi abrigo rápidamente y despidiéndome de todos, corrí hacia la salida.


...


Miré el reloj, ya había pasado más de una hora desde que los padres de Ruth se marcharon. Ahora me encontraba viendo caricaturas con Ruth, ella sentada en la alfombra y yo en el sofá... era entretenido de alguna forma, y no había nada más que hacer.

Pensaba aparte en cómo me comportaría ante Paul cuando se encontrara aquí, quizá solo lo saludaba y me retiraba sin más... puesto que ya había llegado; algo sí tenía claro, quería comportarme con educación, y por más que quisiera olvidar lo sucedido la noche anterior, no podría.

Entonces, el timbre sonó. Ruth ni siquiera despegó la mirada del televisor, y yo suspiré tratando de componer mi respiración, pero me fue inútil. Me levanté y caminé hacia la puerta, aclaré mi voz para poder abrir por último.

—Hola Susanne.
—Hola.
—No preguntaste quién era... — pasó y cerré la puerta —Eso puede ser peligroso.
—Miré tu auto desde la ventana — mentí.
—Ya veo... — se colocó frente al televisor —Hola princesa.
—...
—¿Ruth estás ahí?
—Hola Paul — dijo, por fin poniéndole atención... aunque no por mucho tiempo.
—Bueno, hice mi intento — caminó hasta el sofá mientras se quitaba su abrigo —¿Sucede algo Susanne?
—No... nada.
—Toma asiento entonces — palmeó el lugar de al lado.
—¿Sabes? — miré el reloj —Debo irme.
—¿Tan rápido? — asentí —¿Por qué?
—No conseguiré tren.
—Ah ya... y te urge llegar a Londres porque tienes una cita.
—¿De qué hablas?
—De tu chico universitario.

Bufé y caminé hasta la cocina, tratando de matar el tiempo ahí miré un pequeño recado pegado en el refrigerador que no había notado antes:

"-Nada de dulces después de las 7:00pm para Ruth.
-Hay té en la estufa, solo hay que calentarlo.
-Si se te ofrece comer algo, puedes prepararlo sin problema"

Acerqué unos fósforos que vi hasta la estufa y me enfoqué en calentar el té sin despegar la mirada de la tetera.

—Con dos de azúcar por favor.

Volteé, era él de nuevo... ahora jalando una silla para poder sentarse.

—¿Algo más?
—Uhm no, así está bien.
—Por si no lo recuerdas, soy niñera de Ruth.
—Pensé que podrías ser educada y me servirías a mí también.
—Lo soy... solo a veces.
—Espero que esta vez sea una de esas veces.

Suspiré mientras secaba dos tazas del lavaplatos, coloqué una para Paul y otra me quedé sosteniéndola.

—¿No te sentarás?
—Aquí estoy bien...
—¿Y Ruth?
—Ya cenó.

Saqué la tetera antes del ruido insoportable por el cual es conocida. Serví en las dos tazas sin decir nada, y coloqué exactamente dos de azúcar a su té.

—Oh gracias, qué amable... — asentí —Oye... ¿te pasa algo?
—No.
—Bien... bien bien, iré al grano: ¿estás enojada conmigo?
—... No... — musité.

Me sentí muy patética en ese momento. ¿Realmente estaba enojada con él?, me pregunté... pues no tenía razón para estar enojada, y menos con él.

—No — repetí, decidida.
—¿Así es como eres?
—A veces.
—Ya veo... — bajó la mirada.

Decidí relajarme, y miré a Paul.

—Lo siento, ni siquiera yo me entiendo... — tomé asiento, por fin —No sé qué me sucede.
—No te preocupes. La verdad es que sí, seguramente no estás enojada pero sí disgustada... — me miró —Sé que ayer me dejé llevar por las bebidas realmente, y recuerdo haber hecho comentarios estúpidos... espero que, sepas que no soy un tipo que se toma la libertad tan fácil. Solo quiero pedirte una disculpa.
sonreí —La acepto, pero quizá no era necesario. Los dos comenzamos a llevarnos de esa manera, supongo que fue la confianza.
—Me agrada saber que me tienes confianza.
—No no... no es la confianza de contarte mi vida entera eh.
—Ah claro — rió —Pero supongo que ya somos amigos.
—Solo si tú me consideras una amiga.
—Claro que sí Gretchen.
—Ah, y oye... dime Susanne.
—Claro que sí Gretchen — repitió, tomando un sorbo de su té —Haz aceptado ser mi amiga, lo siento.
—Me lo he ganado.
—Así es... Gretchen.

Reí con él.


...




Después de acostar a Ruth, regresé al living con McCartney que en ese mismo instante se encontraba hablando por teléfono... una plática que me desconcertó por completo. Comencé a recoger los juguetes, simulando que no prestaba atención.

—... Claro cariño... Muy bien, ha quedado agotada... Sí claro... Te amo, nos vemos en la mañana.

Escuché que colgaba el teléfono.

—Lo siento.
—¿Qué? — pregunté sin mirarlo.
—Ah... es que estaba hablando.
—¿Y por eso lo sientes? Creo que se te da mucho eso de disculparte.
—No eres la única que no se autocomprende.
reí —Alguien de la farándula que no se comprende, qué novedad — dije sarcástica.
—Supongo que somos los menos incomprendidos.
—Lo sé, y es extraño.
—No, no lo es. Somos personas normales, con una vida normal.
—Disculpa, pero bañarse en millones no es ser una persona normal.
—... Touché.

Me levanté, sacudí un poco mi pantalón y lo miré.

—Mucha plática por hoy, pero es hora de irme.
—Mejor quédate, no hemos platicado lo suficiente.
—Uhm, no — reí.
—No es broma.
—Paul... yo... no...
—Hubiera llegado tarde de nuevo.
—Llegaste tarde.
—Pues más tarde.
—No lo hagas a propósito, no sabes la necesidad que tengo de ver doctor who con mi compañero de apartamento.
—Puedes verlo conmigo.
—No, no es igual.
—¿Qué tiene de especial verlo con tu compañero de cuarto? Uhm, déjame pensar... creo que ya sé.
—Espera no no no, no pienses mal... no es eso.
—¿Segura?
—Muy segura.
—Si tú lo dices Gretchen — encendió la televisión —Te propongo algo: si tú te quedas, yo te llevo mañana mismo a Londres.
—Con eso no gano absolutamente nada.
—Yo sé pero anda, piénsalo dos segundos... ¿ya?
—¡Paul! — cubrí mi boca.
—Sigue gritando, así despertarás a Ruth y seguro no podrás irte.
—Ah... dame una razón por la que debería quedarme.
—Te seré sincero: me da terror estar aquí solo. Es que... no sé, te contaría pero no quisiera asustarte.
—Puedo lidiar con ello.
—Bien, aquí asustan sí. En la segunda guerra mundial un chico se suicidó porque pensó que lo llevarían, justo en el cuarto de huéspedes — señaló el pasillo con su índice.
—Oh, ya veo... pero, ¿por qué no mejor tratas de inventar otra historia? Y que esta vez sea más creíble.
—Ah... no me crees. ¿Por qué crees que es el cuarto de huéspedes?, nadie quiere tomarlo... piensa un poco Gretchen.
entrecerré los ojos —Quisiera creerte.
—Como quieras...
—¿Por qué tu padre decidió estar aquí entonces?
—Es agradable la ubicación, aparte que cuenta con un gran jardín y la casa en sí tenía buen precio.
—Uhm... — comencé a buscar algo en mi bolso —¿Sabes? Qué bueno que eres Beatle porque si fueras contador de historias, morirías de hambre — saqué mi cepillo de dientes.
rió —¿Te quedarás?
—Me convenciste, y no sé por qué — comencé a caminar —Ah, y cuando regrese quisiera un lugar en el sofá... ya casi comienza la serie.


...


Después de que terminara el capítulo, comenzó una secuencia de terror de Alfred Hitchcock, que quedaba muy bien con la noche. Al terminar, escuché que Susanne bostezó.

—No me digas que ya tienes sueño.
—Un poco — musitó —Son las 12:42am.
—Ve a dormir... al cuarto de huéspedes.
—Ajá, bien — se levantó —Bien bien... voy para el cuarto de huéspedes. Nos vemos... — se quedó parada unos segundos.
—Adiós.
—Sí, adiós — seguía inmóvil.
—¿Sucede algo?
—¿Eh?, no... no nada.
—Bueno, que descanses.
—Igualmente. Y... ¿qué harás tú?
hundí los hombros —Ver televisión.
suspiró —Está bien. Y... ¿solo eso?
—Susanne, adivino: tienes miedo.
—¿Qué es miedo?
—Ajá, es eso.
—Es que... esto es tu culpa.
—¿Quieres que te acompañe?
—... Vamos.

Nos dirigimos al cuarto, encendí la lámpara y cerré las cortinas mientras ella destendía la cama y bajaba el cierre de sus botas.

—¿Cierro?
—No te preocupes, yo cierro.
me recargué en el marco de la puerta —Ten una bonita noche.
—Paul.
—¿Dime?
—Creo que... comienzo a creerte.
—Aaaah ¿lo ves?, pero no te preocupes porque era mentira.
relajó su expresión —¿Ah si?
—Sí.
—... Ya lo sabía, pero quiero que sepas algo: te detesto McCartney.
—Uuuy, supongo que eso está mal... bueno, entonces no era mentira.
—Ajá sí claro.
—¿Tienes miedo?
—¡No! — grité en un susurro —Ya, nos vemos...
—Si tienes miedo, estaré en la habitación de al lado... — señalé.
—¿Y qué hago?, ¿llamarte?
—Puedes... no sé... dormir ahí.
—¿Contigo? — rió irónica —No gracias.

Cerró la puerta en mi cara, provocando que sonriera por alguna razón no coherente.





...



Hola, después de un siglo.

Si alguien lee esto (y gracias Karen por comentar ~), pienso en adelantar un poco aunque blogger esté completamente desierto y en fin...

De cualquier manera, he tenido tiempo y de la nada me llegó poca inspiración así que aproveche al máximo;
así que, que siga la Susanne historia hasta el momento.

Que estén bien,
besos.

<3 <3


...

jueves, 12 de mayo de 2016

14. I Saw Her Standing There

1966

Estando en clase, recordé aquella escapada a la cafetería que Miles me había propuesto hace un par de días antes de que tomáramos la última clase de cada uno.


***


Abril, 1966.

—Miles Levand.
—¿Es un mal nombre?
—No, nada de eso, es sólo que me ha llamado la atención... digo... no suena muy estadounidense.
—Oh vamos, Susanne Gretchen me suena muy francés.
reí —No lo negaré, pero te aseguro que soy 100% estadounidense.
—Y yo... bueno, aunque mis padres sean de aquí.
—¿En serio?
—Sí... de la ciudad de Londres exactamente.
—Eso explica todo.
—Así es. ¿Y cómo terminaron unos ingleses en San Francisco? Gracias a los padres de mi madre que no estaban de acuerdo con que ella tuviera una relación con mi padre, entonces él decidió "raptarla" — hizo el ademán con los dedos —... y llevarla a Estados Unidos, ya sabes... el sueño americano. Y bien, se fueron y San Francisco los recibió, comenzaron una nueva vida casándose, y surgieron dos hijos producto de ese amor sin aprobación: mi hermana Angela y yo.
—Wow, narraste como todo un poeta.
—Bueno... ¿qué te digo? — reímos.
—¿Angela Levand?
—Así es.
—Tus padres supieron cómo combinar los nombres, suenan muy bien.
sonrió —Susanne Gretchen también.
—Pues gracias — le devolví la sonrisa y tomé un sorbo de café —¿Y regresaron todos a Londres?
—Sí, pero mi corazón se quedó en Estados Unidos — rió —Vaya, eso sí sonó muy poético, tanto como una canción escrita por... ¿cómo era el nombre de este chico?... ¿Paul McCartney?
asentí soltando una pequeña risita nerviosa —Eres la viva reencarnación de Shakespeare.
—Pues gracias, eso fue muy halagador... pero no creo. Uno de mis sueños es escribir, publicar un libro o dos... un sueño cliché.
—¿Y por qué estudias algo relacionado con las matemáticas?
—Mi papá me habló de una profesión seria y con ganancia, entonces decidí matemáticas.
—¿Por qué matemáticas?
—Es un reto que me he puesto. Me gustaría saber de todo, y pienso que, de matemáticas necesito saber más.
—Te harás profesional en eso.
—Así es, y supongo que es mejor.
—Eh... pues... la verdad es que me sorprende, yo nunca escogería lo que me complica la vida — reí.
—Haces bien, si algo no te gusta no tienes porqué soportarlo — sonrió —Ahora tú dime, ¿por qué estudias biología?
lancé un suspiro —Por tonta.
—¿Tan mal?
—No en realidad, disculpa... suelo hablar por impulso.
—Espontánea eh, me agrada.
sonreí sin ganas de hacerlo —En realidad fue porque, mi papá también quería que estudiara algo serio. Mis padres tienen que ver con una vida cuadrada, no soportan que su hija quiera andar por la vida pintando o tomando fotografías...
—Puedes hacerlo, la diferencia es que, ahora sabrás biología.
—Cuidado de animales para ser exactos.
—Interesante... ¿Te gustan los animales?
—Sí, demasiado... por eso escogí algo que no me disgustara tanto, y no es el estudio, sino los horarios, las materias que debo tomar y no tienen nada que ver... siento más que necesito salir de aquí.
—Pronto será — tomó su taza de café y le sopló lentamente —Ya verás...


***


—Señorita Gretchen, ya puede retirarse.
—...
—¡Señorita Gretchen!
sacudí la cabeza, tratando de volver a la vida real —¿Eh, eh?
—Ha terminado la clase.
—Oh sí, lo siento... — miré a mi alrededor... todo estaba vacío, solo dos chicas guardaban sus carpetas —Nos vemos mañana maestra  — me levanté del asiento y tomé mi portafolio.
—Hasta el lunes srita. Gretchen.
—Ah perdón... hasta el lunes.

Salí del salón de clases y caminé por los pasillos hasta llegar al área de las habitaciones.

Al llegar toqué dos veces la puerta de la habitación de Audrey algo desesperada, por un segundo volví a sentir la mirada de alguien... volteé, y me encontraba en lo cierto. Eran dos chicas mirándome y secreteándose a la vez, rostros que ya había visto antes... si no fuera porque Audrey había abierto la puerta, seguro les diría algo.

—Estoy lista.
—¿Llevas ropa?

Señaló una pequeña maleta detrás de ella, después de que cerrara la habitación comenzamos a caminar, para mi suerte perdí a las chicas de vista. Después de unos segundos, Audrey levantó su mano que sostenía un sobre.

—Para ti.
la tomé —¿Qué es?
—Creo que una carta.
—¿Y quién te la dio?
—Ese chico de cálculo.
comencé a mirar el sobre sin parar de caminar —Miles.
—Ah sí, el mismo.

Sonreí.

—¿Y qué haremos?
—Eh... no lo sé, puede que te presente la ciudad de Londres.
rió irónica —Ay, qué graciosa.
—No es broma, creo que ya es hora de que tomes un respiro.


...


audrey neythan.


Tomamos el bus y llegamos a Londres en poco tiempo, puesto que no cargaba con mucho dinero para un taxi, caminamos por las calles hasta topar con el edificio de Danny... bueno, el edificio donde se encontraba su departamento.

—Qué lujoso es por acá.
—Sí algo, espera a ver su departamento.

Al hacer ruido con las llaves, Daniel abrió la puerta en menos de un milisegundo.

—Hola... — miró a Audrey sonriente.
—Hola, qué tal... — sonrió de la misma manera.
—Pasen por favor.
—Gracias — dijo ella.
—Qué caballeroso te volviste — le susurré haciéndole burla, él sólo me guiñó el ojo.
—Es un gusto verte de nuevo — cerró —Audrey, ¿no?
—Así es.
—Susanne me ha hablado mucho de ti.
—En realidad no — musité, y los dos me miraron con odio —Bueno, un poco...
—¿Cómo has estado?
—Muy bien gracias, ¿qué tal tú?
—¿Yo? Muy exhausta — dije metiéndome en la conversación, al sentir el silencio incómodo sólo reí y caminé hacia el pasillo —Queridos, siento mi falta de educación pero en realidad estoy agotada.
—¿Dormirás? — preguntó Audrey.
—Un poco, quiero tener energía para la noche. Así que, los dejo conocerse mejor.
—¿Te llamo para la comida?
—¿Pediste comida?
—No, decidí cocinar.
—¿En serio? — lo miré impresionada —¡Oh, ya veo! — y luego miré a Audrey, remarcando así una indirecta.
—¿Y bien?
—Claro, estaría bien. Me voy, y... hey, ¡nada de arrumacos! — los señalé mirándolos con ojos de asesina —... al menos no ahora — reí y desaparecí de ahí de una buena vez, sabía que los estaba hartando.


...


Tan pronto entré a la habitación, cerré la puerta y caminé hacia la cama para tomar asiento. Saqué el sobre que Audrey me había dado para después abrirlo y comenzar a leer:

"Susanne:

Gracias a mi horario y a la inmensidad de la universidad no he podido verte (o encontrarte) estos días... y me gustaría hacerlo. ¿Podría verte pronto? Espero que sí, y poder verte el lunes en el primer descanso justamente donde nos encontramos por primera vez.

Espero que estés de lo mejor..."

Miré al reverso, no había nada más de lo que había leído. Pensé en lo que se estaba convirtiendo nuestra relación de amigos, o algo así.

Miles Levand es un chico un tanto mayor que yo por meses, estudia cálculo pero por lo que he notado... no es tan cuadrado como otros. Cuenta con cabellera oscura, ojos con tonalidad verde, y boca pequeña... describiría su estilo como formal; tanto su forma de vestir como su forma de ser, algo que me llegaba a aburrir, pero de él no.

Creo que, le daría una oportunidad al chico de conocernos mejor.


...


—Es hora de que le llamemos a Susanne, ¿no?

Fuera del cuarto donde Susanne descansaba, los chicos se habían quedado platicando un largo rato... la comida seguro se había enfriado, algo que a ninguno le importó hasta ahora.

—Yo voy.
—Está bien, mientras pondré los platos.

La chica asintió y caminó por el pasillo hasta calcular qué habitación sería la de Susanne.

—¡Al fondo, a la derecha! — gritó el chico, provocando una risita en Audrey.
tocó un par de veces —¡Sue!
—¿Hmm?
—A comer.
—Ah sí... pasa primero.

Audrey miró al otro final del pasillo, en eso Daniel le sonrió y ella por su parte, le devolvió la dulce sonrisa.

—¡Apúrate! — gritó Sue, y entró.

Mientras en la cocina, Daniel acomodaba los platillos en la barra, haciendo de eso una comida algo informal, hasta que llamaron al teléfono... tardó unos cuantos segundos para luego caminar hasta el living.

—¿Sí?
—Qué tal, buenas tardes... ¿llamo al domicilio de Susanne Gretchen?
—Ah, sí sí. ¿De parte de quién?
—De Brian Epstein.
el chico se quedó congelado unos minutos —... Un segundo.

Quitó el oído de la bocina y miró a Susanne aproximarse.

—Uh, ¿quién te llamó para que pongas esa cara? — rió tomando una manzana de la barra para después morderla.
—Es para ti — susurró.
—¿En serio?
—Sí tonta, apresúrate.

Tragó el bocado de prisa, casi ahogándose, y caminó hasta el teléfono aventando la manzana a las piernas de Danny.

—¿Sí?
—¿Susanne?
—Ella habla.
—Susy, qué tal... soy Brian.
—Brian, hola — se sintió tonta saludando tan informal pero vamos... ella era así.
—Me preguntaba si te encontrabas ocupada ahora...
—No no, ¿pasa algo?
—Nada grave, solo una pequeña reunión con los chicos. Como verás... el día de la partida se acerca y pues, esta será la primera charla que tenemos.
sintió su corazón acelerarse —Claro, no hay problema.
—Bien, ¿entonces te veo en los estudios en...?, no sé... ¿qué te parece media hora?
—Media hora — miró las caras de Audrey y Danny —Sí claro, ahí estaré.
—Perfecto, nos vemos entonces.
—Nos vemos.

Colgó y respiró hondo.

—¿Quién era?
—¿Qué te dijo?
—Brian Epstein, y tengo una cita con los chicos en media hora.
—Pero vamos a comer — dijo Audrey con ternura.
—Sí.
—¿Yyyy, no vas a comer?
—Nadie dijo que no — sonrió —Me atragantaré si es necesario, solo para arruinar su tiempo a solas.


...


Una chica joven de cabello oscuro y yo caminábamos por el pasillo lleno de fotografías de los chicos, discos de oro, y demás... hasta que llegamos a puerta que contaba con un letrero dorado muy pequeño que decía "Brian Epstein". La chica, que suponía era la secretaria, abrió la puerta.

—Ha llegado — dijo sin esperar respuesta y después me musitó un "pase", le respondí agradecida.
—Susanne, pasa por favor — escuché la voz de Brian.

Me oculté un segundo para acomodar mi cabello, aclarar mi voz, respirar profundamente y entrar de una buena vez... y es que, los cuatro chicos se encontraban ahí, era imposible no ponerse nerviosa.

—Hola... — todos contestaron con un "hola" de regreso al instante, todos menos...
—Susy querida — musitó John con una sonrisa —¿Usas lentes?

Sorprendida por su pregunta, antes de contestar toqué dos veces mi rostro, sintiendo mis tediosos lentes... joder, había olvidado que los tenía puestos por salir de prisa.

—Eh... sí, sí — estaba a punto de quitármelos.
—Déjalos, se ven bien — todos miraron a George, yo con una sonrisa.
—En fin... — y Bri empezó a hablar —Como ya todos saben, ella es Susanne Gretchen, nuestra fotógrafa de gira.
—Hola Susanne — dijeron los cuatro al mismo tiempo, provocando una pequeña risita en mí y un bufido en Brian.
—Toma asiento por favor, Susanne.
—Aquí, aquí — John señaló sus piernas.
—John, por favor.

Tomé asiento junto a Ringo que se encontraba en el sofá de dos.

Brian comenzó a platicar de los planes que tendríamos en Japón, después los países que visitaríamos y así sucesivamente; las entrevistas, las sesiones fotográficas, los conciertos. Mientras hablaba, podía notar ciertas miradas; entre ellas Paul y John, pero principalmente el chico con mirada penetrante.

Sí, George. El mismo que levantó sus cejas y me sonrió, así que le devolví la sonrisa, John solamente hizo un gesto gracioso por el que Brian dejó de hablar un momento para regañarlo, yo por mi parte reí en silencio... y Paul me guiñó un ojo provocando un cierto color carmín en mis mejillas.

—Entonces, ¿ha quedado todo claro?
—Por supuesto Eppy.
—Bien. ¿Qué tal va el disco?
—Perfecto.
—¿Y Klaus?
—Lo veremos en Alemania, le hemos mandado ideas de la portada.
—No te preocupes, lo tenemos resulto casi todo.
Brian suspiró y tomó asiento —Me alegra saber que ya van madurando chicos.
—Por supuesto.
—Susanne, ¿algo que decir?
—No no, todo está bien.
asintió —Bien, una última petición: Susanne será algo así como una asistente formal entre nosotros, y claro la fotógrafa... así que todos, por favor, seamos amables y respetuosos con ella.

Sonreí sintiendo un poco de pena, y guardando una risa por el modo en el que le hablaba a los chicos... como si fuesen niños pequeños, y no lo dudaría si no fuese por John que claramente era su dolor de cabeza.

—Por supuesto, ahora es parte de la familia.

Sentí un cierto alivio en aquellas palabras que dijo Ringo, provocando una sonrisa en todos... a excepción de Paul que sólo ladeó sus labios encarnando una ceja, algo así como un gesto chocante... algo que de pronto, me desconcertó por completo.

—Entonces... creo que es todo por hoy chicos, la próxima semana nos reuniremos de nuevo, mientras sigan trabajando en el disco.


...


John y Ringo habían salido justo después del "pueden irse" por parte de Epstein, el otro par optó por quedarse unos minutos más... y yo, después de tener la afirmación de Brian para salir, me quedé mirando las fotografías que se encontraban en pequeños portaretratos a lo largo de la recepción.

—Susy...

Volteé al escuchar la voz con la que me estaba familiarizando.

—Hola George... y Paul.

Paul se limitó a saludar con la mano.

—Nos preguntábamos si tienes planes para ahora — preguntó el beatle serio.
—Eh... — levanté la mirada buscando el reloj de la sala que marcaba las 8:15pm —... yo creo que... — pensé en seguida en no molestar a Audrey y Danny —... no, no haré nada.
—¿Quieres venir? — preguntó Paul.
—¿Adónde irán?
—No sabemos.
—Sólo a pasar el rato, ¿qué opinas?
—Pues, claro... vamos.


...


Gracias a mi suerte, ese día logré arreglarme un poco más desde el momento en el que recibí la llamada de Brian por la tarde... pues bueno, vería a aquellos chicos, debía verme presentable.

Justamente, en medio del desorden londinense de un viernes por la noche, le pedí el favor a McCartney de que paráramos en una cabina telefónica...

—¡¿QUÉ?! — me separé un poco de la bocina al escuchar su agudo grito.
—Sí sí sí, como escuchaste.
—Entonces tenías razón.
—Claro que tenía razón tonta, siempre tengo razón.
—Uy, disculpa.
—Bueno bueno, ya. ¿Ustedes saldrán?
—Así es.
—¿Y qué hicieron toda la tarde, eh?
—Platicar, comer, y platicar.
—Ahora yo soy la que no cree, pero tendré que preguntarle al otro.
—Pues no me creas. ¿Adónde irán ustedes?
—No sé cómo se llama, pero si quieren ir, dile a Danny que es pub oscuro.
—¿Que no todos los pubs son oscuros?
—Eh... sí, pero Danny y yo nos entendemos.

"Para 10 minutos más, inserte 5 peniques"

—Ya escuchaste, debo irme. 
—No jodas, pon 5 peniques.
—McCartney y Harrison me esperan.
—Eres una maldita afortunada.
—Sí, pero ve el lado bueno... tú tienes a Danny, ah... espera... viéndolo así no hay lado bueno — comencé a reír —Chaíto.


...


Tired of Waiting de The Kinks sonaba en todo el pub; este pub que no era tan exclusivo, pero estaba tan oscuro que muy difícilmente se podían distinguir a los dos Beatles que acababan de tomar asiento en una mesa de por ahí.

—Aggg, mods.
—¿Cómo es que no vienen a ustedes?
—Los mods nos odian.
—Así como tú — agregó Paul.
—Punto uno: no soy mod, punto dos: no los odio... ustedes solamente me caen mal, es diferente.
—¿Qué podemos hacer para simpatizarte?
—Ni siquiera yo sé.
—Tendrás que conocernos mejor entonces.
—Para eso estará el tour — dije.
—¿Crees que aguantará a John por las mañanas? — le preguntó George a Paul.
—Uuuuy — contestó —Mira, un consejo: no te asustes... cada quien tiene su mala actitud, y te darás cuenta. George se enoja si no come, a John ya lo conoces, y Ringo... Ringo es el chico que nunca enoja a menos que toques su batería.
—¿Y tú?
—¿Yo? Yo... ¿yo qué? — ahora Paul le preguntó a George.
—Paul se enoja si lo rechazan.
—Y como nunca lo hacen, vivo contento.
—Eres algo modesto por lo que veo.
—La modestia en persona, mucho gusto — ofreció su mano.
—Amante de la humildad, encantada — la estreché, y rió.


...


En menos de veinte minutos, Daniel y Audrey habían llegado... y por razones del destino, tenían mesa justamente al lado de nosotros.

—¿Los conoces?
—Sí.

Audrey se acercó sonriente, George se hizo a un lado para que todos pudiéramos estar ahí en ese momento, y Paul le devolvió la sonrisa a la chica de sonrisa campante... provocando que Danny y yo nos miráramos de inmediato.

—Audrey Neythan, mucho gusto.
—Mi prima.
—¿Son primas? — preguntó el chico de los ojos caídos, algo sorprendido... algo que me desconcertó.
—Sí — contestó Audrey en seguida.
—¿Y por qué no se apellidan igual?
—Mi madre es hermana de su padre.
—Sí... — musité tratando de agregarme a la conversación.
ahora todos enfocaban su mirada en Danny, así que por cierta incomodidad, el chico habló —Daniel Henderson.
George lo observó con el dedo índice en su barbilla —Editor, ¿no?
—Así es — contestó Danny.
—¿Cómo supiste?
—Leo muchas reseñas de conciertos.
—Eres importante — susurré al oído de Danny provocando una risita en nosotros, algo que provocó que el par de beatles mantuvieron la mirada en nosotros.
—Bien, estaremos al lado — dijo Daniel, mirando a Audrey.
—Eh... sí claro.
—¿No quieren sentarse con nosotros?
—Creo que quieren espacio — agregué —Están saliendo — mentí.


...


—Con que... él es Daniel.

Hablábamos con mucha libertad, y debido al ruido, nadie más que nosotros escuchaba.

—Ajá.
—¿No era tu novio?
—Será el de mi prima.
—Merece algo mejor.
miré a Paul —¿Tú crees?
—Sí claro, qué bueno que no está contigo.
—Pues...
—¿No tienes a nadie cerca? — preguntó George.
bajé la mirada —No quiero adelantar nada.
—¿Pero sí hay alguien?
—Puede ser... aún no sabemos, casi no nos vemos aunque vayamos en la misma escuela.

Hablé sin más debido al comportamiento de hace unos minutos de Paul, no puedo negar que en realidad sentí un poco de enojo.

—Chicos universitarios ah, el sueño de toda una adolescente — dijo Paul.
—En realidad eh... no soy adolescente.
—Parece.
—Pues no lo soy, temo decepcionarte. Y no es que tú no seas taaan mayor que digamos.
—Lo soy, y un plus es que soy legal.
—Te felicito... morirás antes que nosotros entonces.

Rió sin decir más, y yo sólo encarné una ceja retándolo... no es como que la risa haya salido por sí sola, no... más bien, que esa plática ya era algo pesada.

—Bien, y si mejor platicamos de... ¿otra cosa?
—Platícame de Audrey. ¿Es seguro que está con ese perdedor?
—Puedes preguntarle tú mismo.
—Ni siquiera preguntaré — me guiñó un ojo.

Supe en ese momento que tenía que pasar lo que restaba de la noche platicando con George mientras miraba de reojo a Paul que miraba a su vez a Audrey. Observaba cómo Paul McCartney tenía una actitud poco agradable ante mi paciencia, y cómo sentía un pequeño apretón dentro cada vez que lo hacía.

... Y es que sí... sí maldita sea, sí eran celos.


...





Hello, is there anybody in there?

Chicas bellas, este capítulo creo que es el más largo de todos los que he subido debido a que llevo escribiéndolo por más de dos meses... y sí, apenas me animé a subirlo porque hace poco lo terminé debido a los deberes de la escuela, la que será mi próxima universidad, en fin.

Si hay alguien por ahí, espero que este capítulo les haya gustado, y sino... pues he adelantado con la fic, ese es un hecho jajaja... de igual manera, una disculpa.
Muchas gracias por leer, comentar y animarse igual que yo.

Las quiero mucho,
besos.

<3 <3